lunes, 12 de junio de 2017

Una Mirada Lo Dice Todo

Una mirada lo dice todo, hay miradas de todo tipo; algunas amables, amigables, otras duras, miradas seductoras, pero la mirada de un niño lo supera todo.

Hace unas semanas la mirada la de una niña como de 1 año de edad sentada en un restaurante, cautivo mi atención de manera especial. Su mirada reflejaba todos los atributos que los pequeños tienen; me miro, esbozó una pequeña sonrisa y después una mirada tierna, sincera, amigable, ingenua, en fin una mirada que lo tenía todo.

Por una etapa de mi vida tuve el privilegio de ser pastor  de una iglesia evangélica y líder de varios programas comunitarios trabajando con la juventud y niñez, pude ver cual especial y hermoso eran las diferentes etapas de la infancia. Recuerdo muchas miradas de los niños que han dejado enseñanzas imborrables en mi memoria. He visto en sus rostros miradas de confianza, de dependencia, de necesidad, de gratitud, de alegría y de asombro. Pero también he visto miradas de desconfianza, de incertidumbre, de dolor y de enojo. He aprendido a identificarme con los pequeños  a través de sus miradas y creo que este aspecto de mi vida profesional es algo que nunca olvidare. 

He vivido la experiencia y la bendición de tener 7 hijos. Recuerdo muchas de sus miradas desde bebes; sus primeras sonrisas, sus miradas de asombro, sus miradas tristes y hasta sus miradas desafiantes, todas ellas reflejando sus estados de ánimo y expresando un lenguaje sin palabras que solo papá y mamá pueden interpretar.

He sido hogareño, he estado siempre en casa, he visto a mis hijos crecer, convertirse en jóvenes y ahora en adultos y al mirar atrás siento un poco de nostalgia por esa etapa tan maravillosa que fue la niñez de mis hijos y no olvido muchas de sus expresiones y de sus miradas.

Ahora que soy abuelo estoy reviviendo experiencias con mis primeros nietas (o), y espero que vengan muchos más y experimentando una nueva etapa en mi vida. Puedo apreciar le hermosura de ellos los cuales tienen una mirada que no ha sido contaminada, una mirada que lo dice todo; su caracteres, su personalidades, sus estado de ánimo. Es una mirada transparente, tierna, ingenua, que refleja que se sienten amados por papá y mamá y naturalmente por sus tíos y abuelos.
Los niños han sido y serán un aprendizaje constante para mí. Cuando me detengo a ver sus miradas en cualquier lugar donde me los encuentro, puedo ver el sello que Dios ha puesto en ellos y pienso en todo el potencial que hay en ellos para convertirse en jóvenes y finalmente en adultos con un propósito y un destino valioso.

El Señor Jesucristo abrazaba y bendecía a los niños y los usó como ejemplo para cada uno de nosotros y nos hizo muy claras advertencias de cómo tratarlos y respetarlos.

Mateo 18:2-14   Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: De cierto les digo que si no se vuelven y se hacen como niños, no entraran en el reino de los cielos… y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe… Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar… Miren de no menospreciar a uno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos… Así, no es la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

El abuso de los niños en cualquiera de sus formas siempre derivara de mentes perversas y reprobadas, hombres y mujeres con la conciencia cauterizada que tendrán que rendir cuentas tarde o temprano  a la autoridad humana delegada por Dios y a la autoridad divina misma, lo cual  será inevitable. 

Gal 6:7   Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también cosechara. 

Como padres tenemos la tarea irrenunciable de cuidar a nuestros pequeños, amarlos, instruirlos, corregirlos, darles un ejemplo paternal y maternal apropiado. Los niños son material eterno que Dios ha puesto en nuestros brazos como una herencia invaluable que debemos atesorar. Son muy vulnerables a nuestras acciones y reacciones como padres y vamos imprimiendo en ellos una información en sus mentes tiernas que determinara su calidad de vida como jóvenes y adultos. No debemos descuidar a nuestros pequeños, no existen argumentos válidos para descuidar nuestra tarea como padres.

Ahora que soy abuelo me doy cuenta que mi tarea en este sentido formativo quedo atrás y que ahora les corresponde a mis hijos asumir su responsabilidad como padres, identificar a través de la mirada de sus hijos su necesidad profunda de amor, de cariño, de comprensión, de corrección y realizar su tarea formativa a través del consejo de la Palabra de Dios y sus principios infalibles que son insuperables y eternos.

Por: Daniel Rodríguez Jr.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario